La Habana.- SHEYLA Hernández protagonizó la mejor actuación de los judocas cubanos durante el año que concluye, al conseguir el subtítulo en los Juegos Paralímpicos de París 2024.

En extraordinaria temporada, la muchacha débil visual (J2 +70 kg), también ganó medallas en eventos del circuito internacional, con destaque para la corona en el Grand Prix de Judo Ibsa de Antalya.

Esas buenas noticias contrastan con lo vivido por sus colegas en el ámbito convencional, ausentes de los podios en los dos grandes eventos de la campaña: el mundial de Abu Dabi y los Juegos Olímpicos de París 2024.

Fue la segunda cita del orbe consecutiva sin medalla para los de la Mayor de las Antillas, sumada la de Doha 2023, un hecho inédito desde la década de los 80, cuando escalaron hasta el sexto puesto en el acumulado histórico.

Un panorama similar dejó la participación en París 2024, en la que por primera ocasión desde Montreal 1976 no se alcanzó al menos un lauro. El campeón mundial Andy Granda resultó el más cercano a escalar el estrado en la fuerte división de +100 kg, con quintos puestos en ambos torneos.

Esa realidad puede explicarse desde el recambio generacional por el que transita esa disciplina por causas diversas, lo cual devino, según se mire, una de las noticias satisfactorias del año.

El ascenso de jóvenes como Jonathan Charón, Orlando Polanco y Jonathan Loynaz en el sector varonil, más Alianne Carbonell y Lianet Cardona en el femenino, por solo mencionar algunos, brinda esperanzas en la recuperación de los planos estelares ocupados por la Isla en el concierto internacional.

Sin dudas, entre las mejores noticias se inscribió la segunda edición del Carnaval de Judo de Varadero, con el Abierto Panamericano incluido, que sirvió para confirmar el talento de figuras noveles de casa, ya que no asistieron sus principales exponentes.

La temporada cerró con la excelente actuación en el abierto panamericano infantil, también organizado en ese afamado balneario, en el que los cubanos quedaron segundos en el medallero, solo superados por Brasil, y fue significativa la participación cercana a los 500 competidores de 13 países, incluyendo otras potencias del área, como México, Estados Unidos y Canadá.

Ello no solo dio continuidad al trabajo que se realiza en la base, cuyos frutos fueron observables en la Copa Pioneril y los Juegos Escolares Nacionales, celebrados ambos en Pinar del Río, sino que “cargó” la mirada al futuro de un justificado y necesario optimismo.