La Habana.- ALIANNE Matamoros va cosechando triunfos como si el destino le prefiriera entre tantos, pero nada tiene que ver su éxito con la casualidad o la fortuna.
Un talento como el de la portera santiaguera demanda un sacrificio enorme, pues no sería el primero en malograrse entre el tropiezo y la adversidad.
Sabe ella del trabajo duro y la mentalidad ganadora como pocos, y luego va dotada de un carisma excepcional, de una cualidad de lideresa capaz de llevar a quienes la siguen inexorablemente al triunfo.
Así sucedió con Club Social y Deportivo Municipal, que fue a las Diablas Rojas de Santiago de Cuba buscando oro y la encontró a ella como divisa para ganar la Liga Nacional Femenina de Fútbol de Guatemala.
Un par de días después del suceso todavía queda la euforia del éxito: «Estoy muy contenta con lograr este primer título para municipal femenino, y además por quedar como la arquera menos vencida de la liga y la jugadora más valiosa de la final», reconoce y confiesa que perseguía el objetivo desde hace dos años.
Sin embargo, el sobresalto y la alegría no apagan el sentimiento patrio. En la felicidad y el festejo también cabe para ella su Santiago y toda Cuba, y también en la cancha a la que sale con la Bandera de la Estrella Solitaria en sus guantes: como signo de identidad y como amuleto de la suerte, porque a ella se debe.
«En cualquier contexto que juegue siempre sé que estoy representado a Cuba, a ella me debo y agradezco estar donde estoy», asegura sin vacilaciones.
«Sé que el esfuerzo y el sacrificio que realizo para hacerlo bien dentro de la cancha pueden ser una ayuda para que se vea el fútbol cubano, y ojalá no tarden en llegar acá otras muchas compatriotas mías que tienen potencial y calidad para triunfar aquí», deseó.
Su fortaleza psicológica y esa mentalidad ganadora se complementan con una voluntad férrea que la hace esforzarse el doble, al punto de que ha entrenado con hombres, «a su ritmo, sin que bajen la intensidad», como dijo alguna vez.
«Desde que llegué acá me he preparado fuerte para cada partido, en cada entrenamiento, para alcanzar todos los objetivos que me he propuesto, y así han salido», enfatizó, convencida de que no hay resultados sin abnegación, y cualquiera puede dudar por esa madurez que apenas cuenta 23 años.
A esa edad ya goza del reconocimiento de quedar como la mejor futbolista del año, por tercera ocasión consecutiva.
«La verdad, me siento muy feliz con eso porque no he dejado de intentarlo, siempre trabajo duro para lograr estas cosas. Ser la mejor futbolista de Cuba es un orgullo y un compromiso a seguir representando esta bandera tanto con mi país como afuera», expresó para JIT.
Y honró también a la selección nacional: «Ha sido todo para mí, porque me abrió las puertas para llegar a donde estoy, pero sobre todo porque ponerme esa camiseta es un sentimiento de amor y fortaleza que representa mi orígenes: mi patria».
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